Situamos el sitio de Pusharo en el marco más general del arte rupestre en el Perú. Se encuentran en efecto en el antiguo territorio inca figuras rupestres y pictogramas, o inscripciones jeroglíficas, por miles, realizadas sobre la roca, en diferentes regiones del país, a partir de las primeras olas de asentamientos, o sea varios miles de años antes de la era cristiana. Se trata generalmente de pinturas (44 %), de petroglifos (44 %), de geoglifos (1 %) y de arte mobiliario de tradición rupestre (8 %).
El Perú además sólo reúne una parte del patrimonio escriturario sudamericano, presente también en gran número en el conjunto de los países andinos, desde Colombia hasta Chile. Es más que hora de examinar hoy seriamente estos mensajes de piedra, amenazados de desaparición por causas naturales o más simplemente humanas.
Debemos, en efecto, deplorar la desaparición de numerosos sitios, desde estas últimas décadas, bajo la acción estúpida del hombre, debida a la ignorancia, a la codicia, al vandalismo o al espíritu enfermo de algunos traficantes o coleccionistas que no dudan en “extraer” roca para enriquecer colecciones privadas de aficionadosde arte precolombinos, a costa de una destrucción definitiva de los sitios así violados.
Una parte importante del patrimonio histórico y artístico de la humanidad desaparece así cada año incluso antes de haber sido objeto del menor estudio científico para conservar por lo menos aunque sea un recuerdo. En el Perú, el interés por los sitios rupestres y petroglíficos conoció un período de popularidad sin precedentes en los años noventa, gracias al desarrollo de las actividades turísticas, fomentadas por el Gobierno, bajo el control del Instituto Nacional de Cultura, que fija las normas de ellas.
El mono araña de Pusharo. (Foto: Thierry Jamin, agosto de 2006)
Ese interés por los petroglifosSignos grabados en la piedra. , sin embargo, no es nuevo. Efectivamente, Cieza de León relata ya en la época que había en Viñaque varias "letras" sobre cerámica; pero añade “no lo afirmo ni lo considero como cierto”.
Fray Antonio de la Calancha relata el hecho que el visitador de las idolatrías, Duarte Fernández, encontró cerca de Lima, en Calango, una piedra cubierta de inscripciones jeroglíficas, que fue destruida, pero el cronista conservó el dibujo de la piedra de Calango, que es llamada "Llumiska Lautakaura", lo que significa un "vestido de estrellas".
Mucho más tarde, el famoso naturalista alemán, Alexander von Humboldt afirmó haber encontrado un libro de jeroglíficos recogidos por el Padre Narciso Girbal, un misionero de Ucayali; y Tschudi certificó que la comunidad india de los Panós del Ucayali representaba el día y la hora del nacimiento de un niño por jeroglíficos pintados en hojas.
El mono araña de Pusharo. (Foto: Thierry Jamin, agosto de 2006)
Según el mismo Tschudi, el Doctor Mariano Eduardo de Rivero, descubrió cerca del tambo de Corralones, en el distrito de Uchumayo, cerca de Arequipa, los petroglifos, dichos, de la Caldera. Están grabados en granito y representan figuras antropomórficas (bailarines, máscaras) y zoomorfas (camélidos, cérvidos, serpientes bicéfalas, batracios, perros, etc.), motivos geométricos (líneas rectas, círculos, curvas, laberintos, flechas, cruces, soles, estrellas, etc.), flores y letras. Estos glifos fueron descritos más tarde por Raimondi y por Forbes en su libro, titulado "On the Aimara Indians" y el agrónomo austríaco Rainer Hostnig, en un reciente inventario publicado en Lima en el 2003, también lo menciona .
El gran viajero Raimondi descubrió él mismo importantes figuras jeroglíficas en las rocas de Yonan, no lejos del río Jequetepeque y señaló la presencia de otros signos en Huarmey y en Tarapacá, entre Iquique y la Noria.
Mantto (detalle). (Foto: Thierry Jamin, 2003)
En el valle de Lares, en un lugar denominado Mantto, Christian Bües sacó a luz en los años cuarenta varias paredes de granito cubiertas de pinturas rupestres de color ocre que representaban llamas, cuervos, culebras y caracoles. Se descubrió más tarde, en el mismo sector, otros cinco sitios, cubiertos de pinturas con motivos variados. El lugar es en realidad un conjunto de cavernas y viviendas trogloditas. Los Incas se habrían refugiado allí un tiempo para escapar a los Españoles. No lejos de allí se levanta una enorme catarata, la Catarata de la Mamá, así nombrada por su forma extraña, que evoca la silueta de una mujer que tiene a un niño en brazos.
Mantto (detalle). (Foto: Thierry Jamin, 2003)
El sitio de Mantto habría sido saqueado, hace algunos años, por un grupo de huaqueros muy potente. Como lo he constatado personalmente durante una visita del sitio en septiembre del 2003, ¡ciertas paredes parecen haber sido atacadas a la dinamita! En el lugar, no podemos sino constatar los daños. Uno de los sitios de Mantto ha sido efectivamente parcialmente destruido. Una parte de la pared se derrumbó, atacada al explosivo. Montones de roca de varios centenares de kilos yacen aún directamente en el suelo. Los huaqueros ni siquiera se dieron la molestia de tapar sus escondrijos. Observamos cantidad de animales, rebaños de llamas, felinos y hombres a caballo. El conjunto es muy interesante y parece remontarse a la época de la conquista. Se refiere obviamente al levantamiento de Manco Inca. No se trata aquí, verdaderamente, de "jeroglíficos", sino de pinturas rupestres más bien expresivas.
Luis Valcárcel estudió, en cuanto a él, los petroglifos de La Convención, de Chirumbia, del PongoGarganta, desfiladero o cañón. de Mainique, de Ulcobamba, de Yucay y los pictogramas de Patallacta, de Tampu, de Salapunco, de Q'enqo y los de Incapintay. Estos últimos parecen contemporáneos de Mantto y se remontan sin duda alguna a la época de la conquista.
Existen aún muchos otros lugares en el Perú donde se pueden contemplar importantes pinturas parietales, o petroglifos : en Río Grande, en NascaEsta localidad de la costa meridional del Perú dio su nombre a una cultura que conoció su apogeo en el momento crucial de la era cristiana. Es en esta región donde se descubrieron, hacia el final de los años 1920, los primeros geoglifos, con el invento de la aeronáutica. (los famosos geoglifosFiguras inmensas grabadas en el suelo. ), en la hacienda San Antonio en Locumba, en Paipay, entre Pacasmayo y Contumaza, en Checta, en QuebradaPequeña garganta. Honda, entre Cajamarca y Chola; en las alturas de Collantes; en Chavin, en Juli, en Machu Picchu, etc.
En la Isla de Coaque, en el lago Titicaca, varios petroglifos son descritos por Wiener, Falb y Lafone Quevedo, en Huaylara, Huánuco, en Huaraz, Tiawanaco (Bolivia), Saibili (Abancay) y en las montañas de Llauca, carretera a Cushmu, en Aija. Algunas de estas figuras han sido estudiadas más particularmente. El Doctor Francisco Mostajo examinó sobre todo los de La Caldera en "Apuntes Etnológicos". Wolf por su parte estudió los petroglifos ecuatorianos, Sivirichi los de Checta; y el Doctor Zúñiga Quintana algunas figuras de la región de Arequipa (Sabandía).
Es naturalmente imposible elaborar aquí el catálogo completo de los distintos lugares de petroglifos, de pinturas rupestres y de geoglifos censados en el Perú. Más aún cuando se descubren unos nuevos casi cada año.
¿Qué representan estas figuras pintadas o grabadas en la roca?
En lo que se refiere a las pinturas, se trata sobre todo de las representaciones expresivas o figurativas de animales, de plantas o de personajes, estáticas o en acción. Este método de expresión, difundido en todas las partes del mundo, es relativamente antiguo y ha sido objeto de muchos estudios y publicaciones. Algunas pinturas, en particular en el Perú, se remontan a varios milenios antes de la era cristiana. Es un arte bastante primitivo que demuestra la voluntad de los hombres de transmitir ideas, pero estamos muy lejos aún del lento proceso que conduce a la escritura fonética.
Los investigadores modernos consideran en efecto que hay tres etapas en la instauración de un sistema escrito:
La primera etapa sería la del método pictográfico. Se trata de figuras o de dibujos que representan cosas o símbolos que expresan el espíritu humano.
La segunda etapa, que sería una transición, ya comienza a representar sonidos, no solamente por medio de dibujos, sino también por medio de abreviaturas de dibujos. Casi se parecen ya a una escritura convencional y fonética. Es la etapa capital.
Por último, la tercera etapa es la fase fonética, en la que los símbolos utilizados ya no representan en adelante los objetos o las ideas más que de manera abstracta, o conceptual, en forma de sonidos o representaciones de sonidos: las palabras, las sílabas o los sonidos elementales de las letras.
En la mayoría de los sitios de pinturas rupestres, estamos en la primera de las tres etapas, la del método pictográfico. Se trata de figuras o de dibujos que representan cosas o símbolos que expresan de manera muy evidente el espíritu humano. Muchos de ellos se remontan a la época neolítica y se relacionan con las pinturas rupestres europeas. Se ignora aún exactamente cuál era el destino. Fue seguramente por lo general de carácter ceremonial o religioso.
En cuanto al estudio de los petroglifos aparece algo más complejo. Se los encuentra distribuidos un poco por todas partes en el Perú. En ausencia de todo material orgánico, es más difícil datar estas figuras grabadas en la roca, a la inversa de las pinturas, realizadas a base de pigmentos más fácilmente identificables. Los temas abordados son a veces del mismo orden, pero cierto número de ellos parece querer expresar ideas más simbólicas y abstractas.
Es pues posible clasificar una parte de estas figuras en la segunda etapa: aquélla dicha de transición. Algunos grabados, en particular en Pusharo, podrían en efecto evocar sonidos. Casi se emparentan ya a una escritura convencional y fonética.
Con todo, se considera hoy, de una manera casi definitiva, que ninguna civilización del área andina habría estado en condiciones de llevar a buen término esta fase última de la expresión escrita. Pero los trabajos realizados por mi grupo desde hace varios años en Pusharo podrían llevarnos a matizar mucho esta afirmación.
Gracias a la interpretación parcial de estos signos grabados, tenemos pues la impresión de que un antiguo sistema de escritura ideográfica quizás habría salido a luz en el continente sudamericano en el comienzo de la civilización. Esta escritura, de la que hablan todas las tradiciones andinas, habría nacido muchos siglos antes de los Incas y se habría perdido en la época del TawantinsuyuLiteralmente el conjunto de los cuatro suyus. Nombre que designa al Imperio inca que estaba dividido en cuatro regiones, o suyus, dispuestas en torno a la capital, Cusco., por razones aún mal conocidas.
Detalle de una colección privada de maquetas incas. Los tocapus, visibles sobre los tejidos y las cerámicas de la misma época, son idénticos. (Foto: Thierry Jamin, 2008)
Corroborando esta hipótesis, el Doctor Luis E. Valcárcel cree también haber encontrado rastros de una antigua escritura jeroglífica en los tejidos incas y en los vasos de madera, keros. Menciona, en particular, una tela conservada en el Museo de la Universidad del Cusco en la cual aparecen ochenta y ocho signos diferentes o tocapus,Pequeñas figuras geométricas, simples o complejas, utilizadas en los textiles y la cerámica inca. Mucho tiempo considerados sólo por su valor decorativo, se pretende hoy determinar sus valores simbólicos. Los tocapus constituyen, para algunos especialistas, los recuerdos de un antiguo alfabeto precolombino. que podrían constituir un alfabeto jeroglífico y confirmarían las conclusiones inesperadas de nuestras propias investigaciones.
Estos petroglifos también se conocen con los nombres diversos de “Alto de La Caldera”, “La Caldera del Diablo”, “Quillcasca”, “Las Campanas del Diablo” “La Biblioteca del Diablo”, o también “Quishuarani”.
Rainer Hostnig, "Arte Rupestre del Perú”, op. cit., pp. 49 – 50.
Rainer Hostnig, "Arte Rupestre del Perú”, op. cit., pp. 116 – 117.