Entre el río Alto Madre de Dios y el límite de la zona reservada del Parque Nacional del Manú viven en efecto dos establecimientos humanos cuyo territorio de jurisdicción se encuentra separado por el río Palotoa: se trata de la comunidad de Palotoa-Llactapampa, situada en la orilla derecha del río, poblada de colonos mestizos oriundos de los Andes (Puno y Cusco), de un temperamento a veces receloso; y de la comunidad nativa ya citada de Palotoa-Teparo, establecida en la ribera izquierda del río y poblada de Machiguengas de distinta procedencia y de un temperamento acogedor.
El puesto de vigilancia del Parque Nacional del Manú a Santa Cruz, en algunas centenas de metros del rio Alto Madre de Dios. (Foto: Thierry Jamin, marzo de 2007)
Debido a su aislamiento no disponemos de información fiable sobre el número de familias machiguengas que vivían antes en la zona histórico-cultural del Parque Nacional del Manú. Algunos testimonios de principios del Siglo XX mencionan su presencia en la selva del Manú entre otras comunidades: los Piros, los Amahuacas, los Machcos y los Huachipaires. Pero ningún dato numérico está realmente disponible. Un mapa del Madre de Dios, contemporáneo al Gobierno del General Oscar R. Benavides, indica a lo sumo una población global del departamento estimada en veinte mil almas. Hoy aún, el censo de las poblaciones indígenas, que viven en un aislamiento total, sigue siendo prácticamente imposible de establecer.
Tratándose de los Machiguengas, varias agrupaciones estaban registradas en los alrededores de Pusharo hace como unos treinta años. Vivían en un hábitat relativamente dispersado y se estimaba su número a principios de los años 70 a 150 individuos aproximadamente. Desgraciadamente, una epidemia de gripe se propagó rápidamente y diezmó la casi totalidad de la población. Algún tiempo más tarde, cuando una compañía petrolera, la Cities Services Oil Company, hizo diversas operaciones de prospección en la región del Palotoa, entre 1973 y 1976, varios supervivientes emigraron hacia la desembocadura del río Palotoa, donde formaron un nuevo asentamiento bajo la dirección de Vitaliano Cabrera Morales.
Una pangotsi machiguenga de la comunidad nativa de Palotoa-Teparo. (Foto: Thierry Jamin, juillet 2006)
Las pocas familias que se mantuvieron en la zona de Pusharo se adjuntaron poco a poco a la comunidad de Palotoa-Teparo, de modo que hoy en día ninguna familia machiguenga vive ya en adelante en la zona inmediata de los petroglifos. Algunos miembros de una misma familia, viven todavía en el punto de confluencia del río Palotoa con el río Sinkebenia, conocido con el nombre de Abaroa. Este territorio, sin embargo, está puesto bajo la jurisdicción de la comunidad de Palotoa.
Según algunos testimonios personales de Machiguengas, algunos contactos esporádicos se mantendrían todavía con algunas familias que viven aisladamente al Noroeste de Pusharo, en la zona de la ciudad de Mameria, y, hacia el Suroeste, en la zona de Santa Rosa de Huacaria, cerca de la desembocadura de Río Piñi-Piñi.
Perteneciendo a la religión adventista, la comunidad mestiza de Palotoa-Llactapampa fue establecida de manera organizada en 1982 en el ámbito de un programa de desarrollo económico regional (CODEMAD), puesto en pie por las autoridades políticas del Madre de Dios. La creación de esta comunidad entraba en el marco de algunos proyectos de colonización y explotación económica de la selva del Manú. Agrupando alrededor de sesenta familias, ésta dispone de un territorio comunal de 1.250 hectáreas, colindante, al noreste, con el territorio comunal de la comunidad nativa de Shintuya, y al extremo norte con el de la comunidad nativa de Palotoa-Teparo. Las familias se dedican principalmente a la agricultura y a la explotación de la madera, además de algunas actividades limitadas de comercio, en particular, del plátano.
Esta comunidad se reparte en dos sectores de vivienda: Nuevo Edén, cuyos habitantes son oriundos de la provincia de Acomayo, en el departamento de Cusco, y Nuevo Amanecer, cuyos habitantes proceden esencialmente del departamento de Puno.
Unas pangotsis y un Machiguenga sentado en el pequeño establecimiento machi de Abaroa. (Foto: Thierry Jamin, agosto de 2006)
Los dos sectores expresan regularmente su deseo de desarrollar proyectos de turismo cultural y ecológico, con un circuito que incluya el lugar de las "pirámides" de Paratoari hasta los petroglifos de Pusharo. Se creó una Empresa Eco forestal Pirámides a tal efecto en el 2001, pero sin resultado. Un proyecto común con la comunidad nativa de Palotoa-Teparo hasta ahora nunca pudo salir a luz por divergencias considerables e irreconciliables entre los dos grupos humanos con relación a ciertas prácticas éticas, económicas y culturales.
De temperamento receloso, o incluso a veces agresivo, los habitantes de Palotoa-Llactapampa parecen completamente incapaces de administrar un proyecto inteligente y económicamente viable de desarrollo turístico en la zona cultural del parque.
En conflicto abierto desde hace años con los responsables del SERNANP de Cusco, respecto a las "pirámides" de Paratoari, consideran el sitio como formando parte de su jurisdicción, mientras que el SERNANP incluye afortunadamente el conjunto del complejo dentro de la zona reservada del Parque Nacional del Manú.
Mi equipo y yo mismo tuvimos en sucesivas ocasiones, durante nuestras múltiples campañas de investigaciones arqueológicas en el sector de las "pirámides", contactos a veces difíciles con algunos de los miembros de la comunidad, que no dudaron, por ejemplo, en exigirnos el pago inmediato de un "derecho de paso"Esto se produjo efectivamente durante nuestra campaña de investigación en el Paratoari en julio del 2002. ¡de 350 euros por persona (porteadores incluidos)! Que siempre nos hemos negado a pagarEste episodio escandaloso se produjo en efecto varias veces durante nuestra campaña de investigación de julio del 2004 en el sector de las “pirámides” de Paratoari, hecho que señalamos a los responsables del SERNANP de Cusco y de Lima.. ¡Otros incluso hasta nos amenazaron un día de muerte! Tales comportamientos son problemáticos e incompatibles con un proyecto de desarrollo turístico.
Más tranquila y más acogedora en cambio, la comunidad nativa de Palotoa-Teparo se sitúa en la zona de transición del Parque Nacional del Manú, no lejos de la zona reservada, en la cual se encuentran los petroglifos de Pusharo. Este grupo pertenece a la familia lingüística preandina de Arahuacs. Como ya lo indicamos más arriba, los Machiguengas del Alto Madre de Dios viven en el territorio del Parque Nacional del Manú y las regiones cercanas desde hace tiempos inmemoriales. Se supone que mantenían relaciones comerciales con los enclaves incas de la selva, que se dedicaban al cultivo de la coca. Fue seguramente así con las zonas de Tono y Pilcopata, situadas en el distrito actual de Kosñipata, en la provincia de Paucartambo, y la zona de Mameria, situada en pleno corazón del Parque Nacional del Manú. Se encuentran en efecto en estos sectores alejados de Cusco numerosos indicios arqueológicos que prueban una presencia permanente de los Incas en la selva amazónica.
Palotoa-Teparo se constituyó hacia finales de los años 70, con motivo de una reagrupación de familias originarias del Alto Palotoa, de Pusharo y Tayakomé, un antiguo asentamiento machiguenga fundado por misioneros evangélicos del Instituto Lingüístico de Verano, en 1968. Palotoa-Teparo fue oficialmente fundado en 1990 y su territorio cubre hoy una superficie de cerca de 9.000 hectáreas.
La comunidad reúne a diecinueve familias y consta de un centenar de miembros. Sus actividades básicas son la agricultura, la caza, la pesca y la recolección, y, en una menor medida, la explotación de madera, que se efectúa tradicionalmente a principios del tiempo escolar para garantizar a los niños los costes correspondientes a su educación.
La familia Wamani de la comunidad de Llactapampa. (Foto : Thierry Jamin, enero de 2004)
Esta organización, según las normas peruanas de gestión de las comunidades nativas, consta de un Presidente comunal, elegido en asamblea cada dos años. El jefe carismático de Palotoa-Teparo durante las últimas décadas, Vitaliano Cabrera, a quien se debe la cohesión de la comunidad, falleció en el 2004.
Las relaciones entre los Machiguengas de Palotoa y los habitantes de Llactapampa son globalmente amistosas, pero impregnadas de desconfianza. Cada grupo teme constantemente ser explotado por su vecino, desde un punto de vista social y económico.
La zona de Pusharo, territorio ancestral de los Machiguengas, se utilizaba antaño como lugar de caza y de recolección. Argumentando su presencia ancestral en este territorio, los Machiguengas se consideran como los "gestores" naturales de los petroglifos de Pusharo, ejercitando celosamente el control sobre el acceso al lugar.