Aunque de un estilo diferente del Sector I-A, los petroglifos del Sector I-B parecen estar vinculados casi exclusivamente a la cultura inca. Ninguna influencia de una cultura local amazónica está aquí perceptible. Por otro lado, los temas abordados parecen mucho más figurativos que ideográficos o simbólicos.
Es más que probable que otras figuras queden todavía por descubrir en el nivel superior de la roca, cerca de la cornisa. Intentemos no obstante elaborar una primera tipología de los motivos recientemente observados.
El Sector I-B de Pusharo, descubierto por nuestro equipo durante nuestra campaña de estudio de 2006. © Thierry Jamin, 2007
Sector I-B : detalle de los « guerreros del Incas”. © Thierry Jamin, 2007.
Sector I-B: detalle de un "danzante de Ch'uncho". © Thierry Jamin, 2007
Sector I-B: detalle del sol a su cenit y de la figura en forma de doble espiral. © Thierry Jamin, 2007
Sector I-B: detalle de un conjunto de figuras que representa posiblemente un cometa. A la derecha, más abajo, la famosa chakana. © Thierry Jamin, 2007
Como lo dijimos, estas nuevas figuras se revelan completamente distintas de las de la parte inferior. Si la filiación cultural nos parece la misma -los Incas-, en cambio los autores eran, según toda probabilidad, diferentes.
El perfil del Inca, con su maskapaicha y su llautu. (Foto: Thierry Jamin, agosto de 2006)
Hay como una "dualidad" entre estas dos zonas de glifos. La parte baja, la descubierta por Cenitagoya, tal vez un poco más antigua, parece dirigirse a los hombres. Mientras que la parte alta parece expedir un mensaje más espiritual. Las figuras recuerdan escenas rituales o cosmogónicas. Puede que los guerreros del Inca sean los que murieron en el combate durante la conquista de esta región por el emperador. El hecho de que esta parte sea invisible para los hombres indica que se la destinaba seguramente a un mundo también invisible: el de los espíritus y de los dioses.
Un espacio plano de cerca de dos hectáreas se extiende hoy al pie de la pared principal de Pusharo, actualmente invadido por la selva. Está constituido principalmente por el légamo del Palotoa. No obstante, puede ser que en la época inca, ceremonias religiosas se desarrollaban ahí, durante las cuales grandes fuegos ceremoniales "despertaban" entonces las figuras invisibles del nivel superior. Unos Indios, quizás, bailarían el ch’uncho, como queda representado en la roca.
Las llamas evidencian los glifos y hacen vibrar las caras de la parte inferior. El conjunto del sitio parece repentinamente volver a la vida.
Nos fascina lo que contemplamos. Acabamos de descubrir un trozo desconocido de Pusharo, una nueva pared hasta cierto punto. Estimamos en un veinte por ciento más o menos el descubrimiento de estos nuevos glifos encima del conjunto de las figuras ya conocidas. Se trata seguramente del descubrimiento más importante en Pusharo desde la puesta al día de la roca, en 1921, por Cenitagoya.
Los días siguientes, seguimos la limpieza delicada de la parte inferior y de la parte superior. Vamos de descubrimiento en descubrimiento. Sacamos a luz a otros "bailarines", diversas formas geométricas que recuerdan la cultura de Wari o Tiawanaco, rombos y triángulos, un tumi, signos escalonados, etc.
Localizamos signos hasta cerca de diez metros de altura. Lo que hemos descubierto cambia completamente la visión global del sitio de Pusharo que acaba bruscamente de enriquecerse de manera formidable.